“Es curioso cómo se hicieron realidad tus sueños, Esteban” dijo, comenzando así su monólogo. Un monólogo dedicado quizás hacia la nada.
Aquel hombre está frente al océano, en la playa de Miramar. Solo, con manos cruzadas a modo de lazo sobre su espalda, y exhibiendo una panza tonelera, fijando su vista en aquel azul profundo que tiene delante.
“Fuiste una especie de Nostradamus. Todo lo que dijiste que iba a pasar, se cumplió” sentenciando el viejo, regresando hasta la entrada del balneario público.
La gente lo miró con curiosidad y asombro. Era de los pocos que todavía continuaba usando un vehículo a nafta, ya que se resistió a la nueva normativa de reconvertir motores a eléctricos.
Su Escort modelo 98, parecía recién salido de la concesionaria. Varios muchachos se acercaron a contarle anécdotas de sus padres, e incluso abuelos que lo tuvieron. Él sonríe, tratando de ocultar el hastío, pero les deja sacarse fotos con su reliquia de motor 1.6 entre tantos “coches a pila”, como suele defenestrar.
El recuerdo de Esteban, aquel mejor amigo de juventud, deambulaba por su mente, como una nube gris que amaga a llover, pero nunca cumple su promesa.
Ya en casa, y luego de unos mates frente a su vieja pantalla plana, se acuesta mirando al techo por un rato hasta dormirse.
En su sueño, la charla con Esteban en la cantina del Club Amigos Unidos, se repite y rebobina como un VHS, de los que su papá guardaba en un cajón de recuerdos.
- No te jodo Luciano, esto me lo dijo un curandero, uno de esos que trata cosas raras. Le sacó unas manchas que tenía mi sobrina en los brazos hace poco.
- Claro Esteban, y yo voy a ser vedette en Calle Corrientes, ¿No?
- No, vedette no, pero después de reunirme con este tipo aparecieron estos sueños, y en uno vas a terminar siendo una especie de atracción turística en una ciudad de la costa.
- (risas) No podés ser más pelotudo, ¿No?
- No me creas, te entiendo, pero realmente me llamaron la atención.
- A ver, señor vidente todopoderoso. ¿Qué va a pasar a nivel país? Cuénteme, que la duda me carcome…
- ¡De eso te quería hablar! Anoche tuve este sueño en el que todo se iba al re carajo. ¿Viste que el presidente tiró que en 35 años íbamos a ser potencia? Bueno, TÉCNICAMENTE no le erraba.
Luciano, manteniendo su tono sarcástico, sacó su celular y grabó la charla con su amigo. Con calma, Esteban narró sus visiones:
La cosa sería más o menos así: En el segundo mandato de este tipo, (porque te cuento que de alguna manera consigue la reelección), todo se va al diablo: la gente se pone más violenta que con el “corralito”.
A todo esto, se suma que el Gobierno de Buenos Aires empieza a bardear a los de Cuyo y el Noroeste, haciéndolos menos por sus economías.
En ese momento estalla la primera guerra civil de nuestro país. Mendoza, San Juan, Neuquén, La Rioja y San Luis forman una alianza, y se auto proclaman la “República de Cuyo”
Sumado a esto, el Noroeste tampoco se queda callado: Catamarca, Tucumán, Jujuy y Salta se unen y forman la “República Andina”, hartos también del desdén porteño, y establecen una alianza con Bolivia, Perú y Chile, con beneficios comerciales para todos.
Pasan pocos años, y cuando parece volver todo a la normalidad, algunos políticos de Buenos Aires acusan a los cordobeses de participar en la guerra civil como aliados de Mendoza. Así inicia la “Guerra Docta”, una de las más sangrientas, y se alarga por cinco años.
Santa Fe, Corrientes, Entre Ríos y Misiones, pactan una alianza con Córdoba, y forman la Liga Centro-Litoral, dejando a Buenos Aires solo con su salida a Uruguay por el mar. Los charrúas, ante todo esto, se quedan en el molde, esperando a ver con quién va a terminar haciendo negocios.
Santiago del Estero rompe lazos con Buenos Aires en los dos primeros años de guerra, luego de no cumplir con las promesas que mantuvieron de fomentar su industrialización, cosa que Córdoba si cumple.
Utilizando las tierras santiagueñas para las hierbas que lleva el fernet, Santiago del Estero se convierte en la provincia con la mayor cantidad de empresas dedicadas a elaborarlo, y se une a la Liga como una gran fuerza económica emergente. La Liga Centro Litoraleña se vuelve potencia regional, gracias a su ubicación, y por Misiones y su Triple Frontera.
Formosa y Chaco terminan como feudos neutrales, y pocos años más tarde, los anexa Paraguay. Los guaraníes, disfrutan de recuperar parte de lo que perdieron hace 200 años.
Debilitada, y con el Norte y Oeste completamente en su contra, Buenos Aires anexa La Pampa y la Patagonia, formando la República Aonikenk, en honor a los habitantes originarios.
Su nueva ubicación geográfica, hizo cumplir con el sueño de Alfonsín de trasladar la capital del país, pero en este caso a Cipolletti. La vieja Buenos Aires, y la Costa Atlántica, se queda como ciudades turísticas. Con Cipolletti como capital, el sur logra repoblarse, y luego de varios años, se convierte en otra nación a considerar en el Mercosur.
Con respecto a lo que seguro te preguntas, la FIFA va a determinar que los países que formaban la República Argentina, se repartan los tres mundiales. De esta manera, La Liga Centro Litoraleña tendría copas (una por Messi, y otra por Kempes), mientras que Aonikenk se queda con la del 86 por el Diego.
Las demás ni tuvieron que quejarse: Andina se coronaría campeona en el 2038, y Cuyo haría lo propio en una dramática final contra Camerún en 2046.
- Y así me desperté la semana pasada, tomándome unos mates para tratar de procesar todo este sueño.
- Esteban… ¿Qué carajo te fumaste?
- (Esteban suspiró) Sabía que no me ibas a creer, pero tengo algo que no me deja tranquilo.
- ¿Qué cosa?
- Por lo general, cuando uno se levanta de un sueño, la mayor parte se olvida
- Si ¿Y?
- ¿Cómo “Y”? Boludo, te estoy contando todo esto porque no me olvidé nada. ¡Puede ser una premonición! PODRIA PASAR
- Vuelvo a decirte lo mismo… para mí ese curandero te dio algún te de esos místicos en mal estado, porque si no, no se explica.
Regresando a la actualidad, Luciano despertó en la media noche, y volvió a encender su pantalla plana. Eran las doce de la noche, y sonaba de fondo el himno de la República de Aonikenk, con su bandera flameando sobre un mástil.
“La vieja celeste y blanca era más bonita” dijo con amargura, mientras se tomaba un fernet Branca importado.